¿Cómo evitamos problemas al tragar alimentos en las personas en situaciones de discapacidad?

El mayor de los problemas que me estoy encontrando en la atención a personas con discapacidad intelectual es la disfagia, que es la dificultad para tragar o deglutir alimentos y/o bebidas.

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Puede convertirse en un problema muy grave si el cuidador no consigue identificar los signos de este problema en el afectado de este problema. Los síntomas más usuales son: la tos antes y después de la comida; las expresiones faciales de malestar; el carraspeo frecuente; los atragantamientos; la retención de comida en la boca; el cierre labial deficiente (con babeos frecuentes) y la incapacidad de tragar el bolo en una única deglución (con lo que tiene que realizar varios intentos para tragar la comida).

disfagia3Todos son síntomas lógicos con los que lograremos identificar si una persona sufre problemas en la deglución; aunque también debemos estar atentos a otros síntomas más sibilinos -pero importantes- como son: el haber modificado los hábitos alimentarios; comer más despacio de los habitual o evitar comer en público o suprimir ciertos alimentos de su dieta por las dificultades para tragar. En estos casos debemos de consultar al médico, quien será el que evalúe la posible existencia de este problema.

Existen más dificultades a la hora de tragar líquidos que sólidos, ya que los primeros se dispensan por la boca y es más complicado dirigirlos a la garganta. En estos casos es recomendable solidificarlos mediante espesantes alimentarios.

Causas de la disfagia

Las razones para que un usuario sufra problemas en la deglución de los alimentos pueden ser:

–          Dificultad para preparar el alimento en la boca antes de deglutirlo.

–          Descoordinación neuromuscular que impide que el alimento pase correctamente por el esófago hacia el estómago.

Consecuencias de las dificultades para tragar

Una inadecuada forma de deglutir los alimentos puede originar en el usuario una deshidratación (a causa del miedo a los atragantamientos) y una pérdida paulatina de peso y/o malnutrición (la persona come menos de lo necesario o no tiene una dieta variada).

Puede ocurrir que la comida pase a los conductos respiratorios y llegue a los pulmones. En ese caso, las consecuencias son infecciones y neumonías, riesgo a contraer enfermedades y fiebre sin causa aparente.

¿Qué hacer para ayudar a tragar mejor?

La principal manera de superar estos problemas es la modificación de la consistencia de los alimentos y bebidas. Así, los primeros se deben de triturar y a los segundos añadir espesantes alimentarios.

disfagia4Los expertos recomiendan alimentos de texturas suaves, uniformes y sin grumos u otros elementos que dificulten la deglución del alimento (huesecillos, espinas…). Para lograrlo se aconseja reducir los alimentos sólidos añadiendo líquidos (leche, caldo, salsa…), pero sin que adquiera una consistencia pastosa que se pueda pegar al paladar, que sean demasiado duros o que se dispersen por la boca.

Recomendaciones posturales y de ambiente de los usuarios con disfagia

La persona con disfagia debe adoptar una postura cómoda en la mesa o reclinarse en la cama. Una recomendación fundamental es evitar que la persona gire la cabeza cuando ingiera alimentos.

El cuidador deberá situarse al mismo nivel que el usuario al que está alimentando para evitar que este último levante la cabeza. Ello es debido a que los afectados de disfagia tragan más fácilmente con la cabeza ligeramente inclinada hacia adelante.

disfagia2El afectado de disfagia deberá comer lentamente. El cuidador deberá de dejar un tiempo suficiente entre cucharada y cucharada. Además, deberá cargar poca cantidad de alimentos en los cubiertos. Por eso es conveniente utilizar cucharillas de postre para alimentara estas personas.

Debemos de evitar acostar al usuario nada más acabar de comer, y es aconsejable que se enjuague la boca después de la comida con agua o con colutorio. Aunque lo mejor es que se cepille los dientes.

Por supuesto, el ambiente de debe de rodear las comidas debe de ser tranquilo y sin prisas, para evitar el estrés del paciente.

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