Douglas MacArthur (1880-1964)
Japón ocupó un lugar muy importante en la vida de Douglas MacArthur. No en vano, su primera misión militar de calado tuvo como destino el país del Sol Naciente; en 1905 fue destinado allí para ser observador en la Guerra Ruso-Japonesa. En realidad, salvo el período en el que fue Jefe del Estado Mayor de Estados Unidos (1930-31), su carrera profesional estuvo ligada al Extremo Oriente, teniendo la responsabilidad de las tropas norteamericanas en esta zona del mundo. Participó en la contraofensiva aliada contra Japón, conquistando una a una todas las islas que había entre Australia y el archipiélago nipón. También fue testigo de la capitulación de Hiro Hito a bordo del portaaviones estadounidense Missouri, fondeado en la bahía de Tokio. La Guerra de Corea fue su última misión antes de retirarse.
George C. Marshall (1880-1959)
Fue un general de despacho que nunca estuvo en un campo de batalla, pero fue el autor de la estrategia bélica del desembarco de Normandía y de las decisiones más trascendentales de la Segunda Guerra Mundial, como el nombramiento de Dwight Eisenhower como comandante supremo del Ejército aliado en Europa. No es de extrañar que el primer ministro británico Winston Churchill dijera de él que era el “organizador de la victoria aliada”. Su trabajo se vio reconocido con el Premio Nobel de la Paz en 1953.
Erwin Rommel (1881-1944)
Fue considerado por sus amigos y enemigos como un caballero recto, disciplinado, fiel a sus ideas y disciplinado. Tanto es así que en el Juicio de Nuremberg ni siquiera fue implicado por crímenes de guerra. Sin embargo había fallecido antes de la finalización del conflicto mundial. Personajes cumbre de la Historia Universal como Hitler y Churchill valoraban su trabajo, su carisma y su fina estrategia. En muchas ocasiones, hizo gala de una fuerte personalidad, que le llevó a hacer frente a Hitler en alguna ocasión cuando no estuvo de acuerdo con algunas decisiones que tomó.
Benito Mussolini (1883-1945)
La Historia le ha señalado como el principal culpable del desastre italiano en la Segunda Guerra Mundial. Oportunista y pragmático, sus decisiones cambiaban de dirección con suma rapidez. Incluso, en muchas ocasiones llegó a traicionar a Hitler, su mayor aliado, lo que da muestra de su escasez ética. Llegó al poder con un golpe de Estado solapado. Ya instalado allí, Mussolini acabó con la oposición y se erigió en dictador. No tuvo reparos en utilizar la guerra química y bacteriológica en la Guerra contra Etiopía (1935) y fue el calamitoso director de las operaciones militares italianas en la el Segundo Conflicto Mundial, donde sus sueños de grandeza estuvieron muy por encima de la situación real de su Ejército, mal pertrechado y peor organizado. La invasión de Sicilia por las tropas aliadas (1943) provocó su destitución y su arresto. Fue liberado y detentó el Gobierno de un efímero Estado en el Norte de Italia, pero la retirada alemana le dejó vendido. Fue detenido cuando intentaba huir a Suiza y fusilado. Su cuerpo fue exhibido en una gasolinera de Milán colgado de los pies.
Isoroku Yamamoto (1884-1943)
Fue el gran comandante naval nipón de la Segunda Guerra Mundial. Sus estrategias cambiaron la concepción de la guerra submarina en Japón. Fue un héroe en su país tras idear la operación contra Pearl Harbor, pero su estrella se apagó tras el desastre de Midway. Cuando Yamamoto iba a visitar tres bases en las Islas Salomón, su flota aérea fue interceptada y derribada por los P-38 estadounidenses sobre Bouganville.
Hideki Tojo (1884-1948)
Fue el principal responsable político de todas las acciones de guerra de Japón desde 1941 a 1945, según sentenció el Tribunal Internacional que lo condenó a muerte tras finalizar la Segunda Guerra Mundial. A Tojo se le consideró el instigador de la política militarista japonesa en Asia, donde pretendió imponer su hegemonía; el ideólogo del ataque a Pearl Harbor, que supuso la entrada de Estados Unidos en el Conflicto Mundial y el artífice desde la sombra de la alianza con los Estados fascistas de Europa, concretado en el Pacto Tripartito de 1940.
George S. Patton (1885-1945)
Persona solitaria y atormentada, utilizaba un lenguaje vulgar con sus tropas. Pero en las reuniones sociales hacía gala de su cultura exquisita, era todo un caballero con conversación en temas como las artes y las letras y con un excelente dominio del francés, fruto de sus largas estancias en este país. Este comportamiento tan opuesto en dos escenarios tan diferentes tenía una justificación para Patton: “para comunicarme con los soldados tengo que hablar como ellos”, explica en su autobiografía War as I knew it, publicada dos años después de su muerte en accidente de tráfico.
Tomoyuki Yamashita (1885-1946)
Se trató de un hombre piadoso y religioso, al que le gustaba la pesca y la jardinería y con un estricto sentido del honor. Su carácter se enfrentó al de sus superiores, lo que le pasó factura en gran parte de su carrera militar. Pero lo que finalmente decidió su destino fue su enfrentamiento con MacArthur, su antagonista en Filipinas. El general estadounidense no le perdonaría su resistencia en la defensa del archipiélago, pero se vengaría de él en 1945, durante su juicio por crímenes de guerra. La influencia de MacArthur sobre los jueces del propició su condena a muerte.
Chester Nimitz (1885-1966)
Pese a su origen texano, la carrera militar de Nimitz estuvo siempre ligada al mar. Combatió en la Primera Guerra Mundial como jefe de los submarinos del Atlántico y durante la Segunda fue el ideólogo de la Guerra Submarina de Estados Unidos.
Erich von Manstein (1887-1973)
Uno de los mayores estrategas nazis reconocía en sus círculos íntimos que tenía antepasados judíos. Sin embargo, su secreto más íntimo no le impidió diseñar las estrategias de los ataques militares alemanes más audaces de la Segunda Guerra Mundial (Las Árdenas, la liberación del VI Ejército del cerco de Stalingrado). Fue condenado a 18 años de prisión en el Juicio de Nuremberg, pero tras ser puesto en libertad a los cuatro años colaboró con las autoridades de la República Federal Alemana para reorganizar su milicia.
Chiang Kai-Shek (1887-1975)
Este militar de corte conservador nacionalista ocupó el poder la friolera de 60 años en dos países que hoy en día son distintos. Comenzó su andadura en China, donde conquistó el poder lanzando una revolución que reunificó el país y lo perdió contras los comunistas en una sangrienta guerra civil. Después, se refugió en la isla de Formosa con dos millones de sus aliados (las cifras en China son a lo grande), y cuando perdió toda esperanza de recuperar el poder en la China continental, fundó su propio país, conservó el poder hasta su muerte.
Bernard L. Montgomery (1887-1976)
Una victoria adquiere mayor relevancia cuanto más reputado sea el perfil del enemigo. Esto es lo que le ocurrió a Bernard Law Montgomery. Su victoria en El Alamein (4 de noviembre de 1942) al frente de las Ratas del Desierto (nombre con el que se conocía al VIII Ejército Británico) es recordada no sólo por haber frenado el avance de alemanes e italianos en el Norte de África, sino también por haber significado la mayor derrota del mariscal de campo más laureado de los nazis, Erwin Rommel, el Zorro del Desierto.
Heinz Guderian (1888-1954)
La principal aportación de este nazi convencido y fiel a Hitler fue la introducción de un cuerpo exclusivo de carros blindados en el Ejército alemán (panzedivisionen). Como estratega, aportó a la táctica guerrera la guerra relámpago (blitzkrieg), puesta en práctica en las invasiones alemanas de Polonia, Francia y los Países Bajos al iniciarse la Segunda Guerra Mundial.
Adolf Hitler (1889-1945)
Político demagogo y oportunista, capitalizó el descontento popular que supuso la onerosa derrota alemana en la Gran Guerra y la posterior crisis económica que sumió a Alemania en la pobreza. Mediante métodos expeditivos e ilícitos, se presentó a las elecciones encabezando un partido ultraderechista, el Partido Nacional Sindicalista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP) logró que el jefe del Estado de la república de Weimar le nombrara jefe de Gobierno (1933), y ocuparía su puesto un año más tarde, con su muerte (1934). Aupado al poder, Hitler se dedicó a destruir el régimen constitucional para sustituirlo por una dictadura basada en el culto a su personalidad. Emprendió la guerra más cruenta de la Historia y se suicidó cuando las tropas soviéticas entraron en Berlín.
Dwigth D. Eisenhower (1890-1965)
Héroe de guerra sin haber entrado en combate, este general, gran organizador y con grandes dotes políticas de las que se jactaba, llegó a la Presidencia de Estados Unidos (1953-61).
Barón Rojo (1892-1918)
Manfred von Richthoffen fue el aviador invencible de la aviación alemana de la Primera Guerra Mundial. Derribó 80 aparatos británicos antes de que unas balas perdidas derribaran su aparato sobre el río Somme.
Francisco Franco (1892-1975)
Antes de convertirse en dictador español, este héroe de la Guerra de Marruecos dirigió la represión de la Revolución de Asturias de 1934. Relegado a Canarias por las autoridades del Frente Popular, ideó un levantamiento militar que derivó en una desdichada Guerra Civil, que acabó con la vida de más de un millón de personas. Franco derribó el gobierno legítimo de la República y se erigió en dictador, cargo que ocupó hasta su muerte en una plácida cama.
Gueorgui K. Zhukov (1896-1974)
Para los rusos, pronunciar su nombre era un motivo de orgullo, porque Zhukov fue el artífice de las más fabulosas victorias soviéticas en la Segunda Guerra Mundial (las defensas de Moscú y Stalingrado o la batalla de Kursk). De origen humilde, tuvo que luchar muy duro desde niño. Fue un general de detallada planificación, ruda disciplina y rigor, y representó como ningún otro la resistencia, la inteligencia y el orgullo del pueblo ruso. Entre sus admiradores se encontraba al héroe estadounidense y posterior Presidente de su país Dwight Eisenhower. Zhukov fue el primer comandante que llegó a Berlín y ante su presencia se firmó el acta de rendición de Alemania.
Võ Nguyên Giáp (1912)
Es el héroe la independencia vietnamita de la metrópoli francesa, el vencedor ante la potencia militar estadounidense en la Guerra de Vietnam y el director triunfal de la invasión de Camboya. Su carrera militar está cargada de importantes triunfos y también de sonadas derrotas que le han valido el reconocimiento en su país (la orden de la Estrella del Oro en 1992, la distinción militar más alta de su país), a la vez que le han generado menosprecios fuera de Indochina. Algunos expertos en el arte de la guerra la consideran un mal estratega y un peor táctico. Y, sin embargo, con Giáp al mando la política y la guerra se mezclaron indisolublemente en sus campañas, convirtiendo a las acciones militares en una especie de cruzada mediática contra los enemigos del comunismo.
Moshe Dayán (1915-1981)
Después de batallar en varias de las guerras de una de las zonas más conflictivas del planeta, Moshe Dayán acabó sus días librando batallas en los despachos, el mismo camino (de los campos de batalla a la política) que después de él seguirían muchos militares de su país como Isaac Rabín, Menahem Begin o Ariel Sharon.
Fidel Castro (1926)
Su imagen irreductible contra su poderoso vecino Estados Unidos le ha granjeado muchas simpatías en parte de la opinión pública mundial, a la vez que rechazo de otra parte debido a que implantó un régimen autoritario en Cuba. Cabecilla de la Revolución cubana que derrocó la dictadura de Fulgencio Batista en el Año Nuevo de 1959 con una guerra de guerrillas que comenzó en Sierra Maestra; en dos años logró tomar Santiago de Cuba (1958), una estación anterior a la ofensiva final que recorrió todo el país. Este licenciado en derecho se erigió entonces en el líder del Estado libre de la mayor isla caribeña. Estuvo en el punto de mira de la opinión pública mundial por su sempiterno enfrentamiento contra Estados Unidos, que alcanzó su punto álgido con la Crisis de los Misiles (1962). Cuba instaló rampas de lanzamiento de misiles soviéticos (el eterno enemigo del Capitalismo que capitaneaba Estados Unidos) en este patio trasero del Tío Sam. Esa crisis se resolvió con la retirada de estas lanzaderas a cambio del compromiso norteamericano de no invadir la isla. Sin embargo, Cuba ha vivido y vive un aislamiento económico que ha hecho mella en su economía. En 2008 Castro dejó oficialmente el poder y lo depositó en manos de su hermano Raúl.
Ché Guevara (1928-1967)
El Ché Guevara ha sido un personaje que ha y continúa levantando pasiones encontradas. Sus partidarios le confieren unos valores que representan la lucha contra las injusticias sociales, la rebeldía y el espíritu revolucionario. Sin embargo, sus detractores le acusan de haber sido un criminal responsable de asesinatos en masa, además de echarle en cara su mala gestión al frente del Ministerio de Industria cubano (1959-64). El retrato que le hizo Alberto Korda es uno de los más reproducidos del mundo. Es la imagen elegida por los movimientos contraculturales de todo el mundo como su logotipo, además de ser utilizado por la publicidad y la propaganda de muchos partidos políticos en toda la Tierra. Este médico argentino participó en la Revolución cubana y abandonó su plácido puesto en la Administración castrista para extender la Revolución, primero al Congo Belga –aunque de manera fallida- y después a Bolivia, donde encontró la muerte.
Norman Schwarzkopf (1934-2012)
Fue el reputado director de las tropas aliadas en la primera Guerra del Golfo contra Sadam Hussein (1990-91). Stormin’ Norman (su apelativo en el Ejército norteamericano) dirigió a los coaligados hacia la victoria en la batalla de 73 Easting, que acabó con la resistencia iraquí y su retirada del territorio kuwaití.
Colin Powell (1937)
Su labor ha estado enmarcada por la figura de los presidentes Bush y por el cambio de siglo. Así, primero se destacó por sus labores militares y estratégicas como organizador de la Operación Tormenta del Desierto, que ordenó la ofensiva aliada en la Primera Guerra del Golfo con George Bush padre en la Casa Blanca. Después al frente del Departamento de Asuntos Exteriores de Estados Unidos con George W. Bush como Presidente, a comienzos del siglo XXI. Su perfil dialogante para la resolución de conflictos chocó con otras figuras del Gabinete Presidencial, que se decantaban por la acción militar. Por ello, los medios de comunicación le pusieron la etiqueta de paloma, en contraposición con el resto del Ejecutivo, más pro belicistas.
magnifico¡¡¡
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